lunes, 6 de diciembre de 2010

A scanner Darkly


Películas como “A scanner darkly” permean y confirman el hipercine al que refiere G. Lipovetsky en “La pantalla global” donde las tecnologías retoman un poder como herramientas (más allá de extensión del hombre) y permiten crear lo que pareciera imposible.
La historia, basada en el texto de Philip K. Dick, el autor de ficción y clásicos como Blade Runner, Total Recall y Minority Report, que traslada a un mundo, donde Fred un adicto es contratado como agente de Seguridad y Control de Drogas, para espiar a sus amigos.
En un mundo donde la traición es el eje que da fuerza al sistema y donde la información privada ha desaparecido (gracias a un símil del gran hermano de Orwell), donde un ojo digital te vigila, la confianza desaparece y se deja de lado todo sentido inútil.
La estructura narrativa de la obra es en sí misma complicada porque se basa en desengaños y descubrimientos que a lo largo de toda cinta se van desenvolviendo causando sorpresa y manteniendo el interés del espectador.
El mundo de los adictos y el mundo de futuro caen generalmente en el cliché el primero de lo alucinante y moralista o divertido (según sea la intensión) y el segundo en lo utópico y lo distópico, pero para esta cinta, Linklater tenía dos objetivos, transmitir los elementos del texto que estaba citando y en segunda no caer en esos clichés, ¿cómo lograrlo?
En primer instancia se habla de un futuro distópico, donde el ojo vigilante está tras de ti, sin embargo, a diferencia de otras películas que satanizan a una máquina, en “A scanner darkly” se hace uso de escenarios comunes, calles, casa, caminos, que se pueden encontrar en un típico barrio estadounidense a estas fechas, dando como resultado un diseño de producción que dista mucho del de cualquier película de ciencia ficción.
Si en esto podemos encontrar un logro, no es nada comparado con el proceso de filmación. La película, literalmente, se hizo dos veces. En una se hizo una puesta en escena, rodando y componiendo la imagen con los animadores en mente; y en la otra se realizó un proyecto de animación, el film se realizó con el método de rotoscopiado, que se basa en dibujar sobre las imágenes reales ya grabadas.
Esa ficción que había sido ya filmada, se llevó más lejos aún creada por medio de un proceso de animación por ordenador de meses, diseñado para dibujar la realidad, no para imitarla. Gracias a software como Adobe Flayer que trabaja sobre fotogramas utilizando gráficos vectoriales el ordenador conecta líneas fluidas y pinceladas a través de una amplia gama de fotogramas para crear movimientos humanos realistas en una animación que pareciera se trata del dibujo de la persona.

El software permite a los animadores crear todo tipo de efectos tomando como origen una imagen plana, al estilo de acuarelas, pero además de esto a la película se le agrego la ventaja de la iluminación y la calidad de colores tomados dela realidad para llevarlos al extremo y digitalizarlos tratándolos técnicamente para dar énfasis en ellos.
Por último en cuanto a su musicalización, todo el soundtrack estuvo a cargo de “Golden Arm Trio” que como lo intentaran hacer en su momento “Los Concorde” en México, se trata de un colectivo estadounidense cuyo único miembro permanente es Graham Reynolds, donde a manera de “jam session” se compone y crean canciones en su mayoría sin letra y con marcadas percusiones.

Ficha técnica:
Dirección: Richard Linklater.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 100 min.
Género: Drama, ciencia-ficción.
Interpretación: Keanu Reeves (Bob Arctor), Robert Downey Jr. (Jim Barris), Woody Harrelson (Ernie Luckman), Wynona Ryder (Donna Hawthorne), Rory Cochrane (Charles Freck).
Guión: Richard Linklater; basado en la novela de Philip K. Dick.
Producción: Anne Walker-McBay, Tommy Pallotta, Palmer West, Jonah Smith y Erwin Stoff.
Música: Graham Reynolds.
Fotografía: Shane F. Kelly.
Montaje: Sandra Adair.
Diseño de producción: Bruce Curtis.
Vestuario: Kari Perkins.
Estreno en USA: 28 Julio 2006.
Estreno en España: 20 Octubre 2006.

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